La Italia de finales del siglo XV supuso un cambio en la sensibilidad del hombre sentado a la mesa.
Veníamos de una época donde los banquetes medievales parecían batallas en las que los principios del buen gusto habían desaparecido, sí alguna vez habían existido.
Durante su larga estancia en el palacio de los Sforza en Milán, Leonardo Da Vinci no solo pintó una de sus obras maestras , La Última Cena,sino que también decidió que sería la última vez que el hombre cenaría como un guarro.De hecho,la cocina fue una de sus grandes pasiones,y se le atribuye la redacción del Códex Romanoff en 1490,que contiene un compendio de recetas, ideas de protocolo e , incluso, modales a seguir en el momento de comer.
- Ludovico Sforza (El Moro) tenía unas costumbres bastante deleznables en la mesa,al igual que los invitados que acudían a sus cenas.Para limpiarse las manos,solían atar con cintas conejitos a las sillas y sobre los pobres animales restregaban sus manos para dejar la grasa en sus mulliditos lomos.
- Además,Leonardo observó que su señor Ludovico gustaba de limpiar su cuchillo en los faldones de las mesas colindantes,circunstancia que, junto con la suciedad que encontraba cuando los comensales se levantaban (más parecida a los despojos de un campo de batalla), hizo que el genio considerara prioritario dar con una solución a este problema con su producción artística.
- Una vez sentados los comensales, Leonardo se quedó observando con indignación su reacción:ningún invitado supo qué hacer con ese trozo de tela.Algunos lo utilizaron para sonarse los mocos,otros se sentaron sobre él y hubo quien lo usó para envolver los trozos de comida que escondían en sus bolsillos o faldiqueras.Y cuando terminó la comida , el mantel quedó tan sucio como de costumbre.
- Parece ser que los paños inventados por Leonardo no tuvieron mucho éxito en esa cena primigenia.
Pero la servilleta, a pesar del mal pronóstico inicial,acabó imponiéndose en todo el mundo como un objeto que, finalmente , se convirtió en un símbolo de buen gusto y distinción.
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